Please bring my book Mariafernanda
Guaiii
Mariafernanda goes and comes back with a mandarin
No, mariafernanda. My book [My mother picks up a book and shows it] Li-bro
Mafercita look at her with a smile. She leaves and returns with another mandarin
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Mariafernanda will be an excellent business woman.
Invisible
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POST LITERAL
SOBRE COMO UNA HELEFANTE
ESCRIBE SOBRE NADA
REALMENTE NADA.
Vvacio a ser Vvaciado
En las próximas horas
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POST LITERAL
SOBRE COMO UNA HELEFANTE
ESCRIBE SOBRE NADA
REALMENTE NADA.
Vvacio a ser Vvaciado
En las próximas horas
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He-man y el Capitalismo
Hugo: He-Man que nombre más tela.
Hldia: "El-Hombre!" "Los Gatos del Trueno!". Cuando decía "Yaa teeengo el podeeer!!!", en el mismo tono debía seguir diciendo: "Pero soooy hooombre asi que siempreee lo tuuuve. A menooos que hableeemooos de las epocaas del matriarcaaado pero eso ya es muuuy antiguooo". Y por qué no era She-Woman? En vez, era She-ra. Pero mi modelo femenino era Cheetara sobre todo en ese capítulo que debía correr por un túnel del tiempo, creo que para que alguien no se muera.
UNA HISTORIA FUERA DE LUGAR
SIGLOS DESPUÉS
UN SUEÑO
Una vez soñé que había muerto. Me desperté y cuando pasé frente al espejo no me vi. Entonces retrocedí, aunque sin darle mucha importancia, y me paré frente al espejo esperando que mi imagen encendiera (como si funcionara cual motor de auto que a veces tienes que dejar que caliente para que encienda). Y llamé a mi hermana para decirle —No me puedo ver en el espejo. Qué crees que sea? y ella me dijo —Que raro, y luego me miró con cara de haber entendido algo y llamó a mi mamá diciéndole -Mamaá! Claudia se ha mueerto! Y mi mama vino y dijo —Que? Cómo no nos hemos dado cuenta? Y se pusieron tristes, y a medida que lo iban aceptando, yo me iba difuminando hasta llegar a convertirme en ¿un alma? Y me mire en el espejo y ahora sí me veía, pero era transparente. Entonces, pensé:
Sin pasajes, ni limbos, ni saltos circulares regresivos? Donde está la luz que hay que seguir? Era igual que estar viva, no me sentía diferente. Mi familia estaba allí y me podían ver pero era como si hubiese perdido mi ser-humanidad y no dejaban de llorar por mi muerte. Y aunque yo no estaba triste me daba pena que se entristecieran por mi. Así que les dije —No lloren, yo estoy bien, y me fui para que así pudiesen empezar a procesar mi perdida sin que mi presencia constante ahora inhumana se las recordase. Y finalmente volé de verdad. Y me dije: "Esto de la muerte no está tan mal como yo pensaba." Y desperté pensando que seguía muerta. Porque soy de las que no se da cuenta que está soñando y se cree sus sueños hasta que las evidencias de lo real-real le permiten notar la diferencia. Eso es algo muy malo cuando tienes sueños en los que haces cosas inusuales como matar a alguien, volverte un gallinazo, tener conversaciones con caballos que llevan camisetas con la palabra Schiaparella, cuando perros con forma de caballo te quieren morder o cuando gatos ancianos de uñas enormes te sonríen sin sonreír.
Este postdata obtuvo el premio Posdata más largo de Latinoamérica, Area andina – Perú. 2005.
Hldia: "El-Hombre!" "Los Gatos del Trueno!". Cuando decía "Yaa teeengo el podeeer!!!", en el mismo tono debía seguir diciendo: "Pero soooy hooombre asi que siempreee lo tuuuve. A menooos que hableeemooos de las epocaas del matriarcaaado pero eso ya es muuuy antiguooo". Y por qué no era She-Woman? En vez, era She-ra. Pero mi modelo femenino era Cheetara sobre todo en ese capítulo que debía correr por un túnel del tiempo, creo que para que alguien no se muera.
UNA HISTORIA FUERA DE LUGAR
Body-art fan: Que piercing tan radical el de tu pierna..
He-man: Shh.. Ya araron mis tierras?
Skeletor: Estamos hartos de tu explotación! Invocaremos a los fantasmas que recorren Greyskull y haremos la revolución!
He-man: Shh.. Ya araron mis tierras?
Skeletor: Estamos hartos de tu explotación! Invocaremos a los fantasmas que recorren Greyskull y haremos la revolución!
No tema principe! Soy la aguila calva-americana mágica del capitalismo y vengo del futuro para ayudarte . Tiempos duros se avecinan.. pero no te preocupes! Los nombres cambiarán, pero el poder seguira en tus manos..
Courtney Love imitando a Bowie: Ese es el Estado He-man. Tu poder se basa en la violencia personalizada.
Comerciante de porno medieval: demasiados tributos!!
Skeletor: El Metal no vende.. Morimos de hambre!!
Hombre araña del planeta de los simios: (Ya se murió pero nos da pena decirle)
Orco: No me echen a la guillotina..! No tengo cueeellooo!
Skeletor: El Metal no vende.. Morimos de hambre!!
Hombre araña del planeta de los simios: (Ya se murió pero nos da pena decirle)
Orco: No me echen a la guillotina..! No tengo cueeellooo!
SIGLOS DESPUÉS
UN SUEÑO
Una vez soñé que había muerto. Me desperté y cuando pasé frente al espejo no me vi. Entonces retrocedí, aunque sin darle mucha importancia, y me paré frente al espejo esperando que mi imagen encendiera (como si funcionara cual motor de auto que a veces tienes que dejar que caliente para que encienda). Y llamé a mi hermana para decirle —No me puedo ver en el espejo. Qué crees que sea? y ella me dijo —Que raro, y luego me miró con cara de haber entendido algo y llamó a mi mamá diciéndole -Mamaá! Claudia se ha mueerto! Y mi mama vino y dijo —Que? Cómo no nos hemos dado cuenta? Y se pusieron tristes, y a medida que lo iban aceptando, yo me iba difuminando hasta llegar a convertirme en ¿un alma? Y me mire en el espejo y ahora sí me veía, pero era transparente. Entonces, pensé:
ESO ES TODO??
Sin pasajes, ni limbos, ni saltos circulares regresivos? Donde está la luz que hay que seguir? Era igual que estar viva, no me sentía diferente. Mi familia estaba allí y me podían ver pero era como si hubiese perdido mi ser-humanidad y no dejaban de llorar por mi muerte. Y aunque yo no estaba triste me daba pena que se entristecieran por mi. Así que les dije —No lloren, yo estoy bien, y me fui para que así pudiesen empezar a procesar mi perdida sin que mi presencia constante ahora inhumana se las recordase. Y finalmente volé de verdad. Y me dije: "Esto de la muerte no está tan mal como yo pensaba." Y desperté pensando que seguía muerta. Porque soy de las que no se da cuenta que está soñando y se cree sus sueños hasta que las evidencias de lo real-real le permiten notar la diferencia. Eso es algo muy malo cuando tienes sueños en los que haces cosas inusuales como matar a alguien, volverte un gallinazo, tener conversaciones con caballos que llevan camisetas con la palabra Schiaparella, cuando perros con forma de caballo te quieren morder o cuando gatos ancianos de uñas enormes te sonríen sin sonreír.
Este postdata obtuvo el premio Posdata más largo de Latinoamérica, Area andina – Perú. 2005.
Créelo
Ayer fue un día.
No tenía la menor idea que los chicos de mi clase no tenían la menor idea sobre la magnitud de las interacciones en las calles que estudio en mi tesis.
Chico1: Todas saben de algún caso de algún tipo que haya eyaculado encima de una chica en pleno bus?
Chicas: Sí.
Profesora: Sí.
Chico2: Qué!?
Chico3: No lo puedo creer..
Chico1: ¿Y por qué nosotros no sabemos de estas cosas?
Yo: Porque no es algo que comentes cuando llegas a tu casa a la hora de almuerzo.
Imposible. Te da verguenza ajena y tratas de olvidarlo. Por supuesto, ahora que me doy cuenta que ni siquiera las chicas hablan entre ellas de esos asuntos, cada vez que puedo los traigo a colación, para que al menos haya un poco de comunicación. Realmente, con tal capacidad comunicativa que tenemos para expresar las mas diversas sensaciones que los seres humanos experimentamos es curioso y terrible que tabúes culturales terminen creando barreras entre nosotros.
Más que nunca, y sobre todo después de leer el foro de Punteadores de Coasters [cuyo link amablemente dejo un anónimo] sé que no se trata de enfermos. En absoluto. Sospecho que la
explicación es mucho más interesante. Y en tanto esta es una situación que se repite en otras metrópolis, Google me ha resultado muy útil. Así fue que descubrí que algunas artistas habían hecho trabajos en los que se preocupaban por llamar la atención sobre este asunto. Una neoyorkina hizo una instalación en la que al caminar por esta podías escuchar una serie de silbidos, besos, frases, etc. Asimismo, una hindú y una londinense hicieron posters que eran un toque más abstractos, pero que tenían el mismo objetivo.
A partir de eso pensé en diseñar stickers y pegarlos en distintos buses. También pensé en una especie de performance en un bus lleno, en la cual se recrearía una escena de frotamiento genital en la cual se diría en voz alta lo que se tienen en mente cuando pasan estas cosas.
No tenía la menor idea que los chicos de mi clase no tenían la menor idea sobre la magnitud de las interacciones en las calles que estudio en mi tesis.
Chico1: Todas saben de algún caso de algún tipo que haya eyaculado encima de una chica en pleno bus?
Chicas: Sí.
Profesora: Sí.
Chico2: Qué!?
Chico3: No lo puedo creer..
Chico1: ¿Y por qué nosotros no sabemos de estas cosas?
Yo: Porque no es algo que comentes cuando llegas a tu casa a la hora de almuerzo.
"No te imaginas con quien me encontré Mama!, Sí, mi amiga Giselle! Ah, y adivina que más? Hoy vi a un tipo en el bus eyaculando sobre una chica. Que loca este ciudad, no?
Imposible. Te da verguenza ajena y tratas de olvidarlo. Por supuesto, ahora que me doy cuenta que ni siquiera las chicas hablan entre ellas de esos asuntos, cada vez que puedo los traigo a colación, para que al menos haya un poco de comunicación. Realmente, con tal capacidad comunicativa que tenemos para expresar las mas diversas sensaciones que los seres humanos experimentamos es curioso y terrible que tabúes culturales terminen creando barreras entre nosotros.
Más que nunca, y sobre todo después de leer el foro de Punteadores de Coasters [cuyo link amablemente dejo un anónimo] sé que no se trata de enfermos. En absoluto. Sospecho que la
explicación es mucho más interesante. Y en tanto esta es una situación que se repite en otras metrópolis, Google me ha resultado muy útil. Así fue que descubrí que algunas artistas habían hecho trabajos en los que se preocupaban por llamar la atención sobre este asunto. Una neoyorkina hizo una instalación en la que al caminar por esta podías escuchar una serie de silbidos, besos, frases, etc. Asimismo, una hindú y una londinense hicieron posters que eran un toque más abstractos, pero que tenían el mismo objetivo.
A partir de eso pensé en diseñar stickers y pegarlos en distintos buses. También pensé en una especie de performance en un bus lleno, en la cual se recrearía una escena de frotamiento genital en la cual se diría en voz alta lo que se tienen en mente cuando pasan estas cosas.
Todos los malditos días
Siempre me he preguntado ¿Por qué algunos hombres les gritan cosas a las mujeres en la calle?, ¿No se pueden poner en el lugar de los que lo reciben?, ¿Por qué no se les cruza por la mente 'quizá lo que digo es ofensivo'?
Me molestan en la calle desde que tengo 10, 11 años. Claro ese 'molestar' era mucho más caleta. Roces y tocamientos que buscaban parecer casuales (hey, nadie quiere parecer un enfermo) en avenidas congestionadas del Centro de Lima y sobre todo en los buses de inicios de los 90. Recuerdo que una vez un tipo junto a mí estaba con el pene afuera y lo tapaba y destapaba de cuando en cuando con su maletín. Incapaz de decir una palabra para defenderme, adquirí prontamente la capacidad de escabullirme con agilidad de tales situaciones. Un año más tarde, empecé a salir con amigas y amigos, y con ello empezó la femineización de mi guardarropa. Comencé a usar shorts femeninos a los 12 años y para los 13 ya sabía que si quería disminuir las frases o miradas desagradables era mejor evitar usarlos. Entonces comencé a preferir las faldas-pantalones que: 1. No dejaban ver mi figura con tanta claridad, 2. Evitaban que me muriese de calor, 3. Aún me dejaban correr con facilidad.
Claro, aún así molestaban, pero por lo menos el tono era menos vulgar y menos hiriente. Hacia los 15 años estos comportamientos se volvieron muchos más frecuentes y consecuentemente el factor shock de 'oh-por-dios-que-le-pasa-a-este-señor' disminuyó. De esta época data el gratuito "que ricas tetas" que un vendedor de puerta en puerta, me dirigió aparentemente por lo atractiva que mi ancha blusa de mi uniforme de colegio le resultó. A la lista se juntan los infaltables "hola amiga", "estás sola", "hola sobrada". Con la llegada de las combis en los 90 se añadió a la lista de las "cosas que una no quiere oír", el "habla vas" (con un twist flirtero para las chicas), sube, te llevo gratis, y los fugaces intentos de agarre de senos de los cobradores, como la mano en la baja espalda al momento de subir. Para no quedarse atrás, los choferes optaban por voltear a mirarte cada 10 segundos o buscar rozarte accidentalmente la pierna si es que tenías la suerte de sentarte a su lado.
A los 18 años, muy a pesar de mí mayoría de edad, aun no había desarrollado la capacidad de enfrentarme a situaciones como las antes descritas y más bien esperaba que mi ahora muy holgado y muy negro guardarropa distrajera la atención hacia otras mujeres pensaba yo menos precavidas y más llamativas. Pero no. Aparentemente aún había algo que decir sobre mi cara: "Sonríe", "Por qué estás molesta", "Que ojos", "Que linda", "Que seria", "Esos labios", "Que mirada", "Que linda nariz", "No estés triste". O si estaba feliz conversando con alguna amiga: "De qué te sonríes", "Que lindas estas muchachas". Por supuesto, jamás sin escatimar en los "Mamacita", los repulsivos "Ssssss", y los más desafortunados "Que rica esta CSM". No me atrevo a decir que lo único no comentado sobre mi cuerpo por hombres extraños son mis orejas, codos, y rodillas. Después de todo, aún me quedan muchos años por vivir.
Hasta que llegó el día en que le grité a alguien en la calle por primera vez. Bajando del bus, sentí mi mochila abierta y cerca a mí, vi a un chico que se alejaba con lo que pensé era mi billetera. Mi valiente "Oye", resultó vergonzoso al darme cuenta que tenia todo conmigo y que yo había dejado el bolsillo abierto. Claro, me había equivocado, pero finalmente me había defendido y ese era el comienzo. De allí en adelante me pasé repartiendo frases de desagrado a diestra y siniestra. Cada intervención me resultaba tan agresiva que tenía la necesidad de devolverles algo de esa agresión. "Fuera Cochetumare", "Sal de acá viejo imbécil" "Vete a la mierda" y otros refinamientos similares. Un día yendo en el bus con mi hermana al centro, un tipo se paró junto a mi asiento. La escena fue como sigue:
A. Tipo parado a mi costado, pega discretamente su pene a la altura de mi hombro.
B. Bum! Movimiento hace que se de a lugar la sobada número 1.
C. Lo miro con cara de "Oye, consíguete una muñeca inflable pégale un pasamanos en el hombro y déjame en paz"
D. Mirada perdida en el vacío que se lee "Yo estoy aquí viajando nomás"
E. Bum! Sobada número 2
F. Gritando molesta a mi hermana lo suficientemente alto para que todos puedan oír: "Putamadre! Te cambio de sitio que este huevón está tratando de sobar su pene en mi hombro.
G. Tipo todavía con mirada al vacío pero rojísimo. Se aleja de mi hombro. Diez segundos después lo veo pegado al hombro de una chica que duerme tranquilamente.
Me sentí una heroína ese día. Luego vendría el tipo que cortó el asiento de una combi para meter su mano por ella y tocarme, y miles de otros que recibirían mis reacciones hechas de puro hastío, asco e indignación. Mi atenta observación de la conducta humana me llevó a razonar sobre el asunto:
-¿Cuándo me molestan más?
-Cuando más intimidada parezco o cuando mas "lady" me veo
-Obvio, a mayor timidez, mayores probabilidades de no reacción.
-En consecuencia si miro directamente a los ojos con una cara de 'ahórrate unos gritos' a aquellos que están a punto de molestar, quizá yo me pueda ahorrar un par de escenas.
-La abundancia de casos permite criterios de ensayo y error.
-En efecto, funciona.
-Magnífico.
Pero uno no puede andar siempre en estado de alerta. Un día un tipo bastante fornido, y cuyos short y polo blanco sucios lo hacían parecer que venía de haber estado cargando ladrillos, me rodeo con su bicicleta y me dijo con una expresión entre seria y amenazante "que-rica-te-quiero-meter-el-pene-por-el-culo..". Yo que venía razonando y discutiendo conmigo en voz alta sobre el destino de la humanidad, lo miré con cara de "En qué espacio paralelo crees que lo dices: a). tiene algun impacto en mi, b) me intimida, c). se puede llegar a realizar?". En su expresión vi que no registró mi reacción, casi como si viese solo que el quería ver. Una sensación muy extraña la de experimentar la no aceptación de mi existencia como sujeto. Considerando que, tengo 15 años escuchando estas frases, viendo estos gestos, y evitando ser tocada por algún tipo que pensó "hey, allá va una mujer extraña, voy a ir a agarrarle media nalga, un seno, o simplemente sobar mi pene sobre ella"; sé muy bien cómo reaccionar a todas y cada una de las mencionadas circunstancias. Aún así, no dejo de decirme que es injusto que tengamos que lidiar con esto.
[Para los que erróneamente piensan que esto es algo que es hecho sólo de broma, traten de imaginar un mundo en el que la mitad de personas que se cruzan por la calle los miran de manera libidinosa antes de hacerles saber lo rico que les parece alguna parte de su cuerpo y eso simplemente porque ustedes tuvieron la mala idea de salir al espacio público.]
Me molestan en la calle desde que tengo 10, 11 años. Claro ese 'molestar' era mucho más caleta. Roces y tocamientos que buscaban parecer casuales (hey, nadie quiere parecer un enfermo) en avenidas congestionadas del Centro de Lima y sobre todo en los buses de inicios de los 90. Recuerdo que una vez un tipo junto a mí estaba con el pene afuera y lo tapaba y destapaba de cuando en cuando con su maletín. Incapaz de decir una palabra para defenderme, adquirí prontamente la capacidad de escabullirme con agilidad de tales situaciones. Un año más tarde, empecé a salir con amigas y amigos, y con ello empezó la femineización de mi guardarropa. Comencé a usar shorts femeninos a los 12 años y para los 13 ya sabía que si quería disminuir las frases o miradas desagradables era mejor evitar usarlos. Entonces comencé a preferir las faldas-pantalones que: 1. No dejaban ver mi figura con tanta claridad, 2. Evitaban que me muriese de calor, 3. Aún me dejaban correr con facilidad.
Claro, aún así molestaban, pero por lo menos el tono era menos vulgar y menos hiriente. Hacia los 15 años estos comportamientos se volvieron muchos más frecuentes y consecuentemente el factor shock de 'oh-por-dios-que-le-pasa-a-este-señor' disminuyó. De esta época data el gratuito "que ricas tetas" que un vendedor de puerta en puerta, me dirigió aparentemente por lo atractiva que mi ancha blusa de mi uniforme de colegio le resultó. A la lista se juntan los infaltables "hola amiga", "estás sola", "hola sobrada". Con la llegada de las combis en los 90 se añadió a la lista de las "cosas que una no quiere oír", el "habla vas" (con un twist flirtero para las chicas), sube, te llevo gratis, y los fugaces intentos de agarre de senos de los cobradores, como la mano en la baja espalda al momento de subir. Para no quedarse atrás, los choferes optaban por voltear a mirarte cada 10 segundos o buscar rozarte accidentalmente la pierna si es que tenías la suerte de sentarte a su lado.
A los 18 años, muy a pesar de mí mayoría de edad, aun no había desarrollado la capacidad de enfrentarme a situaciones como las antes descritas y más bien esperaba que mi ahora muy holgado y muy negro guardarropa distrajera la atención hacia otras mujeres pensaba yo menos precavidas y más llamativas. Pero no. Aparentemente aún había algo que decir sobre mi cara: "Sonríe", "Por qué estás molesta", "Que ojos", "Que linda", "Que seria", "Esos labios", "Que mirada", "Que linda nariz", "No estés triste". O si estaba feliz conversando con alguna amiga: "De qué te sonríes", "Que lindas estas muchachas". Por supuesto, jamás sin escatimar en los "Mamacita", los repulsivos "Ssssss", y los más desafortunados "Que rica esta CSM". No me atrevo a decir que lo único no comentado sobre mi cuerpo por hombres extraños son mis orejas, codos, y rodillas. Después de todo, aún me quedan muchos años por vivir.
Hasta que llegó el día en que le grité a alguien en la calle por primera vez. Bajando del bus, sentí mi mochila abierta y cerca a mí, vi a un chico que se alejaba con lo que pensé era mi billetera. Mi valiente "Oye", resultó vergonzoso al darme cuenta que tenia todo conmigo y que yo había dejado el bolsillo abierto. Claro, me había equivocado, pero finalmente me había defendido y ese era el comienzo. De allí en adelante me pasé repartiendo frases de desagrado a diestra y siniestra. Cada intervención me resultaba tan agresiva que tenía la necesidad de devolverles algo de esa agresión. "Fuera Cochetumare", "Sal de acá viejo imbécil" "Vete a la mierda" y otros refinamientos similares. Un día yendo en el bus con mi hermana al centro, un tipo se paró junto a mi asiento. La escena fue como sigue:
A. Tipo parado a mi costado, pega discretamente su pene a la altura de mi hombro.
B. Bum! Movimiento hace que se de a lugar la sobada número 1.
C. Lo miro con cara de "Oye, consíguete una muñeca inflable pégale un pasamanos en el hombro y déjame en paz"
D. Mirada perdida en el vacío que se lee "Yo estoy aquí viajando nomás"
E. Bum! Sobada número 2
F. Gritando molesta a mi hermana lo suficientemente alto para que todos puedan oír: "Putamadre! Te cambio de sitio que este huevón está tratando de sobar su pene en mi hombro.
G. Tipo todavía con mirada al vacío pero rojísimo. Se aleja de mi hombro. Diez segundos después lo veo pegado al hombro de una chica que duerme tranquilamente.
Me sentí una heroína ese día. Luego vendría el tipo que cortó el asiento de una combi para meter su mano por ella y tocarme, y miles de otros que recibirían mis reacciones hechas de puro hastío, asco e indignación. Mi atenta observación de la conducta humana me llevó a razonar sobre el asunto:
-¿Cuándo me molestan más?
-Cuando más intimidada parezco o cuando mas "lady" me veo
-Obvio, a mayor timidez, mayores probabilidades de no reacción.
-En consecuencia si miro directamente a los ojos con una cara de 'ahórrate unos gritos' a aquellos que están a punto de molestar, quizá yo me pueda ahorrar un par de escenas.
-La abundancia de casos permite criterios de ensayo y error.
-En efecto, funciona.
-Magnífico.
Pero uno no puede andar siempre en estado de alerta. Un día un tipo bastante fornido, y cuyos short y polo blanco sucios lo hacían parecer que venía de haber estado cargando ladrillos, me rodeo con su bicicleta y me dijo con una expresión entre seria y amenazante "que-rica-te-quiero-meter-el-pene-por-el-culo..". Yo que venía razonando y discutiendo conmigo en voz alta sobre el destino de la humanidad, lo miré con cara de "En qué espacio paralelo crees que lo dices: a). tiene algun impacto en mi, b) me intimida, c). se puede llegar a realizar?". En su expresión vi que no registró mi reacción, casi como si viese solo que el quería ver. Una sensación muy extraña la de experimentar la no aceptación de mi existencia como sujeto. Considerando que, tengo 15 años escuchando estas frases, viendo estos gestos, y evitando ser tocada por algún tipo que pensó "hey, allá va una mujer extraña, voy a ir a agarrarle media nalga, un seno, o simplemente sobar mi pene sobre ella"; sé muy bien cómo reaccionar a todas y cada una de las mencionadas circunstancias. Aún así, no dejo de decirme que es injusto que tengamos que lidiar con esto.
[Para los que erróneamente piensan que esto es algo que es hecho sólo de broma, traten de imaginar un mundo en el que la mitad de personas que se cruzan por la calle los miran de manera libidinosa antes de hacerles saber lo rico que les parece alguna parte de su cuerpo y eso simplemente porque ustedes tuvieron la mala idea de salir al espacio público.]